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Lo que no sabes...

Después de la comida, el cuerpo hace lo suyo...

Después de la comida, el cuerpo hace lo suyo...

> La televisión es uno de esos sistemas de entretenimiento que polarizan las opiniones de sus respectivos consumidores.
Si en una charla o reunión quieres que se avienten hasta las finas copas de vino o las sedosas servilletas con sus correspondientes servilleteros de plata de Taxco, saca el tema de la televisión y aquello terminará hasta con uno que otro compadrazgo.

El bestiario podría abrirse con aquella supuesta responsabilidad social de los medios. Pasando, por supuesto, por la falta de moralidad y calidad en sus contenidos. Como si la televisión tuviera que dejar para otra ocasión los temas de ingresos por publicidad. Perdón pero money is money. O lo que es lo mismo: con dinero baila el perro... trabaja el camarógrafo, come el escritor y se viste la conductora. Dato para el anecdotario matemático: la venta de los derechos de televisión de un mundial de futbol es la principal fuente de ingresos de la FIFA. El año pasado, la federación internacional de fútbol facturó US$ 1.059 millones, de los cuales US$ 623 millones provinieron de la venta de las transmisiones para el reciente mundial 2010. Ah y el país de América Latina que más pagó por las transmisiones fue Brasil.

Yo creo que la televisión es como una gran barra de bufé. Ya sea en un restaurante acogedor, con meseros muy atentos y música de fondo relajante, para hacer más grato el acto de alimentarse. O bien, desde una fonda con un perro sucio a la entrada, ollas cochambrosas y barras batidas de condimentos y comida que los comensales, en sus ansias por servirse, dejan caer sin preocupación.

En ese bufé hay para todos los gustos. Es común una zona limitada con comida algo más nutritiva: verduras cocidas, lechugas frescas, queso fresco, aderezos bajos en sales y grasas. Carnes jugosas a la plancha, condimentadas con finas hierbas. Y por el otro lado, los preparados que atentan directamente contra la salud (y que seducen tanto nuestro paladar): pollo frito, gruesas carnes para hamburguesa con una dotación de queso amarillo. Arroz frito con una nada elegante cama de aceite; guisos de carne de dudosa calidad en caldos burbujeantes con trozos de algo que podrían ser verduras o también restos de comida de otros platillos. Y ahí está uno para elegir. Nadie nos obliga por una parte del bufé. Somos nosotros mismos lo que nos servimos tres veces arroz frito (con dos hojitas de lechuga, para disimular). Los que comemos guisado de carne en caldo de algo. Y rematamos con un flan a base de agua, de la que no sabemos si viene del grifo o del contenedor del escusado. Al cabo que ojos que no ven, estómago que no siente.

La cereza del pastel la dio esta semana la conductora peruana Laura Bozzo, La Tía Manson, como la llaman en sus tierras. No conforme con venir a México en calidad de momia (digamos que viene a la tv mexicana en uno de sus peores momentos como profesional), viene con unos moñotes dignos de Miss Universo. El teatrito comenzó cuando medios del espectáculo informaron que la Bozzo, más conocida por ser amante de Vladimiro Montesinos (ejecutor de las peores atrocidades del fujimorismo bajo el puesto de Jefe de Inteligencia y de quien Bozzo recibió al menos tres millones de dólares para apoyar la reelección presidencial de Fujimori) hizo tremendo coraje con Tv Azteca, con quien cumplía un contrato fresquecito. La peruanita alegó que en Azteca nunca la apoyaron con empleados para realizar su programa de tv. Y así como salió por una puerta, entró por otra a la empresa Televisa. Todo en menos de 24 horas.

Que la Manson pague a sus invitados en Perú, no es muy excitante. Que a la Manson se le vote la dentadura en plena transmisión del programa mexicano Hoy, ya no es noticia. Pero que nos traigan a una conductora a la que el votox se le ha corrido, y que camina con andadera es peor que aparezca en su lugar conduciendo "Laura en América", el curioso personaje Jar Jar Binks de Episode 1 de Stars Wars. No está demás traer las sabias palabras de la Manson, que ha declarado en entrevistas a lo largo de su carrera: "El público es quien destruye o construye a alguien". ¡Enoorrmeee! Pero cierto.
Y la otra frase no tan popular, pero contundente y cierta: "Soy una loca de mierda"
Aunque claro, recuerden que después de comer opíparamente el cuerpo hace lo suyo y lo que entra tiene que salir. Como la Bozzo.

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