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Lo que no sabes...

La televisión y yo

La televisión y yo

Mi relación con la televisión siempre ha sido cordial.
Pero reconozco que no es el leitmotiv de mi vida diaria.
Aun y cuando trabajé para la principal productora de entretenimiento de América Latina, eso no significó que por aquellos años estuviera midiendo el pulso a la tv.
Ambas situaciones (mi trabajo en aquella empresa y mi relación cordial con la televisión) me ha generado una visión muy particular sobre el entretenimiento por televisión.
Me atrae mucho la producción de tv, pero nunca me vi ni soñé -si acaso un poco- estar trabajando para y con ella. Sí he tenido relación con personas muy cercanas a la producción de tv, y me doy cuenta que la verdad de las cosas el asunto no es empresa fácil. Pareciera, por lo que se ve o escucha en las señales de tv, que todo está poco pensado. Pero no es así, cada movimiento está pensado detenidamente porque, ¡oh sorpresa!, la tv es un negocio en el que los anunciantes mandan. Tal situación ha dado origen a muchas noticias, casi cotilleos, del grado de influencia de los anunciantes en los contenidos de la tv. Así, ha trascendido que uno de los empresarios más grandes y "respetados" de México haya influído y presionado para la cancelación en la transmisión de una telenovela que tenía como argumento el amorío de una mujer con un sacerdote. O que ante los comentarios incisivos de cierto conductor, se tomara la decisión de ponerlo en horario y canal que no tiene buenos niveles de audiencia.
Como estos ejemplos, y hay muchos más, desconcertantes, de lo que vemos y escuchamos en tv.
Hace unos 10 años comenzaron a tener relevancia en la tv nacional dos productores de origen cubano. Sus nombres, que resonaban como eco en los medios especializados en medios -curioso, pero así es-, al paso del tiempo significaron una palabra, tan poderosa como decisiva: rating.
Esa palabra, que muchos productores y ejecutivos lo tratan mejor que su propia salud, tomó por sorpresa a muchos mexicanos. Era común escuchar de la famosa "guerra o batalla por los ratings", que no es otra cosa que la medición, mediante sistemas electrónicos, del número de personas que ven determinado canal o programa. Los ratings de esos productores eran realmente sorprendentes, rebasaban la media y sobrepasaban la lógica.
En cierta ocasión tuve la oportunidad de charlar con uno de esos productores, el que tendía más al exhibicionismo y que disfrutaba de las entrevistas. Muchos editores y reporteros veían a ese hombre de unos 35 años en aquel entonces, como garantía de alguna declaración que vendiera. Y es que era cierto, Federico sabía el manejo de los medios, y aprovechaba ese don para atraerlos hacia sí. Durante aquella charla quedé ¿maravillado? ¿sorprendido? por las palabras que me dijo. Recuerdo que fue una entrevista extensa, en la que opté por tocar temas poco comunes o que generalmente no hablaban los medios.
Fue curioso cómo uno de los hombres que había pasado por dos televisoras, y había caído "en blandito" en Televisa, dijera que no sabía lo que era amarillismo. Muchos analistas se deshacían en adjetivos calificativos hacia Federico y Alexis -el otro integrante de tan peculiar mancuerna- , y uno de esos tantos adjetivos era el de "hacen televisión amarillista". En aquel entonces, vestido con camisa amarilla de lino, recuerdo que dijo: "Nunca nadie me ha dicho lo que es amarillismo. Yo creo que amarilla es mi camisa y punto". Así es él.
Y todo comenzó cuando este dúo cubano comenzó a producir programas policiacos y de nota roja, cosa novedosa en la tv nacional tan dada, en muchas veces, a querer santificar y ejemplificar en sus programas. En este punto, Wilkins se dejó ir, precisó con unas frases que para mí fueron más que concluyentes y definitivas: "Octavio Paz no se hizo culto viendo televisión; Jacques Cousteau no aprendió sobre el apareamiento de las ballenas viendo televisión".
Sus producciones eran impactantes: mucho movimiento, cámaras vivas, violencia, muerte, agresiones... no había duda, la televisión estaba mostrando, como dije muchas veces en aquellos años, una de las caras más reales y oscuras de nuestra sociedad. Con ellos, nuestra sociedad había dejado atrás muchos motes: el del "pueblo bueno y pacífico". Mostraron, como balde de agua fría, que en nuestro territorio había violencia, muertes, violaciones, atropellados... Esa era, pues, con el disgusto de muchos, nuestra sociedad.
Tuvieron en sus manos, si mal no recuerdo, tres producciones de ese corte que causaron conmoción en muchos televidentes. Pero también, esos programas abrieron la puerta a que  muchos medios impresos siguieran esa línea, o recrudecieran sus contenidos.
Fue entonces cuando se habló de "producciones con el sello Wilkins (apellido de uno de los cubanos)". En la entrevista, Wilkins contestó bravo, directo: "Yo creo que el sello Wilkins es hacer lo que me gusta...".
Siempre he sostenido que la tv es entretenimiento; la tv, creo, no tiene porqué tener una "función social" ante el espectador, y menos un papel de maestro que proporcione valores.
Ante esos programas específicamente, y ante esos contenidos en lo general, mi postura fue de: "al que no le guste que le cambie". Porque la tv es entretenimiento, y como tal pues debe de hacer pasar horas de solaz esparcimiento... y si no te gusta, pues cambia de canal.
Luego, cuando las aguas bajaron y las palabras del entonces presidente Ernesto Zedillo de que los "medios se autorregulen" tranquilizaron los ánimos de algunos sectores de la sociedad que pedían la censura de los programas policiacos, el tema dio para mucho. En las escuelas de comunicación, como hasta ahora y como siempre, el tema de la ética ha sido subido y bajado, manoseado, pero pocas veces tomado en serio y menos puesto en práctica.
A los pocos años, esos mismos productores regresaron a escena con una producción que me parecía lo más jocosa e hilarante: "Hasta en las mejores familias...". Era un programa tipo talkshow, pero creo que más bien era una parodia de ese formato de programas. El elenco que conduciría las emisiones no pudo ser mejor: un famoso trasvesti (que recientemente murió); una conductora que tiene muchos años en pantalla y que en algún tiempo fue considerada muy culta, lo que le valió el mote de "la dama del buen decir"; una actriz que ha encarnado a la mujer mexicana, siempre preocupada por "sus hijitos", pero que entre el medio periodístico de espectáculos se rumoraba que era la que distribuía droga en algunos círculos del periodismo; una periodista de espectáculos famosa por su morbo al hacer las entrevistas; y una conductora light que no pasaría nada en el medio si mañana decidiera irse a un retiro de por vida.
Este grupo de mujeres se encargaría de sacarle la sopa a familias mexicanas que acudirían al programa para contar sus penas. Pero obviamente la competencia fue dura y con el paso de los meses el programa se convirtió en un coliseo romano: comenzaron a armarse trifulcas entre los parientes, gritonizas, agresiones entre los invitados... luego, la producción optó por poner a un grupo de freakis que se les llamaba "Los metiches implacables". Esa parte del programa era alegórica: "Los metiches..." estaba conformado por un drag queen; un joven con apariencia de nerd; una enanita muy enojona y si mal no recuerdo un hombre muy alto con cara de tonto. En cierto momento del programa la pelotera era tal que hasta "Los Metiches..." entraban el quite con los parientes. Imagina la escena: un hombre contando sus infidelidades, y derepente el drag queen se le echa encima por ser tan cínico. O una madre reconociendo que le pega a sus hijos, y la enanita dándole de manazos. Eso era "Hasta en las mejores familias...".
El veinte se acabó y el público se cansó. La emisión, después de comenzar a transmitir repeticiones, salió del aire y ahora forma parte del anecdotario de cierto blogger.
Después de eso, los productores tomaron caminos distintos: uno de ellos se involucró fuertemente en la producción de lo que se llama "Noticeros Televisa", que engloba a todos los programas informativos matutinos, vespertinos y nocturnos de la televisora. Otro de ellos está dedicado a la producción para tv de paga, con programas musicales.
A final de cuentas hicieron lo que quisieron, sobre todo dinero, mucho dinero. Cuando se habló de que ambos personajes se contrataron en Televisa, se barajaban cantidades exhorbitantes de dólares por sus contratos. Nadie lo negó.
Con el paso de los años, la tv ha disminuído presencia en mi vida. Si de por sí nunca fui consumidor de sus contenidos, ahora ya es otra cosa. Nunca le he dado seguimiento a teleseries. Cuando estaba por terminar "Beverly Hills 90210" yo veía con desconfianza a mis amigas de la preparatoria que se emocionaban ante los último capítulos de la serie de la década de los 90. Hablaban de nombres, de personajes, de situaciones... y se intrigaban. Yo de "Beverly..." sólo recuerdo el nombre. De los "X-Files" si bien vi varios capítulos, tampoco sufrí ni me acongojé ante su final.
Ahora, ahora para mí la tv es un mero instrumento de distracción. Entretenimiento, pues. Con la diferencia de que mis consumos de tv son escasos... en cambio, mis consumos de Internet son altos. Me informo y entretengo con la red de redes. Su inmediatez y gama de contenidos, infinitos podría decir, me llama más la atención que los de la tv. Para mí no todo ha sido historia oscura para la televisión. Me he entretenido con las millonésimas versiones de Big Brother, "Los Años Maravillosos" me daban una hueva tremenda, los canales religiosos y los infomerciales siempre retan mi creatividad, me parecía patético el papel de Adal Ramones, Guillermo Ortega nunca lo consideré de fiar, a Javier Alatorre lo perdimos en el espacio, al canal 40 se le extraña, el canal 22 tiene buenos programas aunque creo que la programación está a expensas del humor del encargado del área, el canal 11 lo quiero mucho, su gente y su calidad me parecen de primer nivel, me embelezco con los programas de Nat Geo, Discovery y con Adult Swim de Cartoon Network... y sí, también he dicho, y creo que es lo que más disfruto, que yo no veo televisión, yo veo los anuncios.
Pero lo reconozco: tal vez para mí, la tv ya forma parte del pasado.

7 comentarios

celiux -

Pues yo, al igual que Gaviota...estoy enganchada con Lost....si, lo confieso...soy adicta a las series gringas......pero no a todas....solo a Lost, Greys Anatomy y Desperate....lo demás...no me importa!!!!

Gaviota -

Que interesante entrada. Te confieso que nunca vi (ni supe que existió) el programa ese de Las mejores Familias... me imagino la escena perfecto. Lo que si, me gusta mucho la serie de Lost, estoy esperando la siguiente temporada, y justo ahora que no estoy enganchada en ninguna serie, me gusta ver películas o canales de música. No tengo tanto tiempo! Muchos besos para ti :)

Jess -

Hasta el año pasado la television formaba una part muy important d mi vida, staba incluida n la rutina diaria... aunq no para ver series en su mayoria, me pasaba gran part del tiempo viendo peliculas.
Est año q no tengo una television propia, sino una compartida y q hasta hace poco solo podiamos ver los fines d semana... la television dejo d ser una part d mi vida... la prendo rara vez, pero no la considero part d mi pasado.
Besos!

azul -

Creo que lo has dicho de la mejor forma posible...la televisión a momentos parece parte del pasado.

Bikos.

Adrian Pegaso -

Hace 4 años que no veo tv en mi domicilio, de hecho no tengo uno... Aprovecho el tiempo de otra manera.

Bexos
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diego -

Uy, la televisión, siempre que alguien empieza a criticarla, les recuerdo que nadie los obliga a verla, que la pueden apagar o cambiarle de canal. También, como dices, que es para entretenimiento. si bien le hemos encontrado un uso cultural, informativo, educativo, su principal foco sigue siendo entretener. Yo, personalmente, para lo que más uso la televisión es para jugar Xbox. Porque es indispensable.

angie -

Concuerdo contigo en eso de que la T.V. no es mi vida, no he visto una telenovela completa en toda mi vida, y la única que me captó fue una producción colombiana llamada "en cuerpo ajeno"... nunca veo noticieros, leo el internet y eso es porque no me fio de las noticias que siento están manipuladas y me aburren... lo que si veo es películas y canales de música, eso si es mi compañia nocturna hasta caer desfallecida...
De los antiguos programas de televisa epoca 80´s, 90´s creo que veía nada más ¿que nos pasa? de Héctor Suárez, me encantaba, pero como todo... se acabo... no veo realitys ni que me pagues... son patéticos...

Un besote mi niño y bueno... como dijo tu entrevistado del amarillismo solo mi camisa amarilla conozco...ja,ja,ja...