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Lo que no sabes...

Cuando un pájaro te habla... y lo ignoras

Cuando un pájaro te habla... y lo ignoras Los animales son maravillosos.
No lo dudo ni un segundo, y día a día me levantan más dudas que certezas el comportamiento animal, del cual hay mucho por aprender y por años o siglos no lo sé, hemos ignorado su desarrollo y papel en la vida cotidiana.
Pero no vine aquí para hablar de comportamiento animal.
Bueno, tal vez sí.
La onda está en que los animales han acompañado al ser humano desde, prácticamente, su aparición -divina o por la evolución de algún ser no evolucionado- en el planeta tierra.
Como acompañantes, como alimento o para completar el cuadro del reino animal, los seres vivos no escapan a la vida cotidiana.
Así, aprovechando que los tenemos a la mano, pues hemos usado y abusado de ellos. Para fines científicos, militares o de capacitación o rescate, los animales nos muestran que sirven para algo más que para acompañarnos.
Pero de ahí a que un animal me invite a consumir algún producto comercial, pues ya entramos a otros temas de mercadotecnia o publicidad o de alguna rama de ambas.
Los animales como mascotas de productos de alimentos son, más que otra cosa, creados para darle un toque amistoso o inofensivo al producto. Luego entonces, vemos en la tv a elefantes disfrazados de astronautas hablándonos del nuevo sabor del cereal, a conejos enloquecidos o dopados por los colores chillantes del cereal sabor a frutas o en el caso más bizarro, a un gallo con mucha personalidad ofreciéndonos el cereal "que une a tu familia".
En este contexto no puedo dejar pasar a Iván el Tucán (así se llamaba en mis tiempos) y que fue rebautizado por Sam el Tucán... Un, obviamente, tucán que en medio de la selva se empaca un tazón de ceral de froot loops (que en mis tiempos se llamaban fruti lupis).
Los froot loops estuvieron en mis gustos culinarios por algún tiempo... hasta que me aburrieron y sus anillos crujientes y entintados me parecieron poco apetecibles.
Hoy en la tarde, estando con el Sr. Abcedario en una cadena de restaurantes muy conocida en México, le sugerí que pidiéramos un brownie con helado de vainilla y lunetas de chocolate, platillo que se encuentra en el Menú Infantil de este restaurante.
Luego de varios llamados a la vendedora (que en mis tiempos eran meseras), le pido el platillo antes mencionado. Me saltó a la vista la cara de extrañeza y alarma que expresó. Se fue a paso lento como tratando de hacer memoria de dónde, en qué parte del sistema de comandas electrónicas del restaurante se encontraba tan peculiar platillo.
A los pocos minutos regresa otra vendedora, con el menú infantil en mano y nos informa que el brownie ya no estaba en el menú. Al tiempo, abría en la sección de postres la carta con platillos tan grotescos como poco nutritivos del menú dirigido a los infantes.
La oferta de postres era más pobre que la de un restaurante de chinos: malteadas y un bloque multicolor, batido con jarabe de chocolate y crema chantilly. El platillo se llamaba "Pastel multicolor".
En cuando vi ese batido lo primero que pensé fue "Ese platillo es radiactivo". Y segundo, volteando a ver al Sr. ABcedario, dije "Es un pastel con froot loops".
Decir que era un "pastel" es demasiado... digamos que era un bloque, con decenas de arillos de froot Loops apelmazados. "Si junto varios de estos podría levantar una casa", pienso.
La opción más adecuada fue decirle "Gracias" a la vendedora y mandar al diablo el pastel multicolor.
Y es que realmente el platillo no se antojaba en lo absoluto. Lo único que faltó fue que saliera de la nada un pájaro con el pico multicolor, hablando rápidamente, volando sobre la mesa y diciendonos las bondades del producto.
En ese caso, estimados amigos mercadólogos, un pájaro hubiera sido insuficiente.

1 comentario

Gaviota -

Hola lindoooo, wacala no se me antojó para nada el pastel de frutilupis, si para mi siguen siendo eso, frutilupis.

Besos :)