Blogia
Lo que no sabes...

¿Eso eso una respuesta?

Desde corta edad conocí lo que era hablar de la muerte.
Me evitaré referencias y contextualizaciones, para no hacer esto más largo de lo que, de por sí, creo que será.
Las acciones de un médico patólogo (y perdón si cometo algún error el decirle "médico" a un patólogo) llamaron mi atención, y comencé a simpatizar con su cuasa.
Los medios norteamericanos le llamaban "El Dr. Muerte". Jack Kevorkian, tomaba revuelo en la sociedad gringa porque asistía a personas en fases terminales de alguna enfermedad para darles muerte.
En su historial se contabilizaron unas 130 muertes asistidas. Las leyes yankis se fueron contra él: es un asesino, decían unos. Debe ir a la cárcel porque no es dios para quitarle la vida a personas, arengaban más allá.
Kevorkian simplemente decía "El morir no es un crimen".
Pocas imágenes se difundían de Kevorkian, pero reconocía ese pelo cano, tez blanca, casi pálida, y un gesto adusto, de seriedad implacable, frío como el acero... cierta expresión facial común de aquellas personas que trabajan con muertos.
Notas informativas de sus detenciones y de cómo libraba los enjuiciamientos y reclusiones a la cárcel eran la tónica de su vida mediática.
Le revocaron su licencia médica para ejercerla, asi que Kevorkian, seguramente de andar lento y respiración pausada se aventuró a seguir dando muertes asistidas, o lo que él mismo llamaba "orientaciones a la muerte".
Luego, para evitar ser procesado por delitos de homicidio creó un par de máquinas (la "Thanatron", máquina de muerte; y la "Mercitron", máquina de misericordia). Con esas máquinas él ya no tendría que meter las manos tan de lleno en el proceso de la eutanasia, por lo tanto los mismos pacientes con tales máqunas se suministraban gases o inyecciones que les quitaban la vida.
Hasta que perdió la batalla legal y fue condenado a una pena de entre 10 y 25 años de prisión, pero logró su libertad al cumplir el 8o año, por buena conducta y por la salud débil que mostraba a causa de la Hepatitis C que adquirió a causa de una transfusión.
Recientemente, en enero de 2008, habló ante un auditorio en la Universidad de Florida y dijo, citando literalmente sus palabras, que su objetivo nunca fue "no matar a los pacientes", sino "evitarles el sufrimiento".
Desde que le conocí apoyé su causa, y coincidía con sus argumentos y con los de muchas personas más que ahora más abiertamente lo expresan: qué necesidad tiene una persona de estar sufriendo una enfermedad que le duele, la acaba, le amarga la vida, a los que la rodean les medra el ánimo del alma...
Y mientras buscaba información para este post, me encuentro con una nota que cuenta que en Italia autoriza dejar de alimentar a una mujer que se encuentra en estado de coma desde 1992... 16 años en estado vegetativo.
Cito textualmente la información publicada en el Periódico El País, de España:

Eulania Englaro, una mujer que tiene hoy 33 años, sufrió en 1992 un accidente de tráfico que la dejo en un coma irreversible. Su padre lleva diez años pidiendo que la desconecten: por fin lo ha conseguido. Sin embargo, no todos están de acuerdo, el Vaticano condena la decisión alegando que justifica la eutanasia. El veredicto reabre el debate.

El Vaticano, según se lee un fragmento de una carta del Papa Benedicto XVI, considera tolerable hacer la guerra para buscar la paz, empero, tal postura no puede aplicarse para el tema del aborto y la eutanasia.
La carta, textualmente dice:

No todos los asuntos morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la eutanasia. Por ejemplo, si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación de la pena de muerte o en la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por esta razón indigno de presentarse a recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la guerra, y a ejercer discreción y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para repeler a un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin embargo, respecto del aborto y la eutanasia.
Tercer punto de la carta de J. Ratzinger, al cardenal Theodore McCarrick, Arzobispo de Washington DC, 2004.

 

Mi postura de evitar el dolor y de abrirle las puertas a la muerte siempre ha sido la misma: si es el único camino viable y posible para cortar de tajo el dolor, que se recurra al suicidio asistido.
Creo que cuidar por 10, 15, 20 o más años a un ser querido que trae a cuestas una enfermedad o un coma, no me llevará al cielo directamente. Tampoco soy de los que creen que "fue lo que me tocó en ésta vida". No, para nada. Mi concepción de la vida no es venir para sufrir, para así redimir mis faltas. Más bien, en la vida estamos para eso: para vivir. Por supuesto, podríamos enumerar cualquier cantidad de silogismos respecto a la ¿inminencia? de la muerte, o el clásico ejemplo de filosofía de

Todos los hombres son mortales;
Sócrates es hombre
luego... Sócrates es mortal.

Curioso ejemplo, si consideramos que, de hecho, Sócrates fue condenado a muerte. Vayamos algo más allá: quita el nombre de Sócrates y pon el tuyo. Es una argumentación que para el filósofo y pensador Fernando Savater "nos condena también a muerte a todos los demás".
¿Hay algo positivo en pensar en la muerte?, se pregunta (y nos pregunta) Savater en su libro "Las Preguntas de la vida".
Porque sí, no lo niego, la muerte asusta, somete en una profunda reflexión de lo que viene, de lo que hubo. La angustia.
Concluyo con la cita de Heinrich Heine, del texto "Lázaro":

Y no dejamos de preguntarnos,
una y otra vez,
hasta que un puñado de tierra
nos calla la boca...
Pero, ¿es eso una respuesta?


Porque a final de cuentas, como diría Kevorkian: El morir no es un crimen.
Luego, acaso, ¿una necesidad?
Tú, ¿qué opinas?

1 comentario

angie sandino -

Esta si me la pusiste difícil, pero creo que cuando el sufrimiento es tanto por una enfermedad incurable ó esos comas eternos, debe ser una opción que todos los involucrados llegan a tener en mente. En mi caso no se que haría te lo juro.

Un abrazote y feliz finde!