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Lo que no sabes...

Tiempos pasados. Tiempos prácticos

Tiempos pasados. Tiempos prácticos

Recién cambié de aparato celular.
Como parte de la renovación de contrato con la empresa telefónica, tengo derecho a cambiar de aparato, cosa que no hacía desde hace cosa de dos años.
Desde que empecé a usar celular (unos 10 años atrás), siempre opté por modelos prácticos, con utilerías funcionales y claro, nada ostentosos.
Al principio esa labor era sencilla: los teléfonos no pasaban de tener agenda de contactos, juegos, alarma y hora.
Pero según comenzaron a hacerse más completos -y complejos- los aparatos se convirtieron en punta de lanza de gadgets portátiles.
La onda empezó con pantallas monocromáticas (azules, como algunos Samsung), posteriormente mil mucho mil tonos, que al paso de los años suenan a antiguo.
Los ingenieros desarrolladores de celulares se aventaron otro tiro: incluir la modalidad de manos libres, que no era sino un micrófonoaudífono con el cual las manos estaban a disposición total para cubrir las numerosas actividades que se tenían que hacer.
Y de ahí a todo lo que conocemos: teléfonos con cámara, radio, internet, agenda, recordatorios, memoria de voz, música, etcétera...
Y bueno, ¿a qué viene todo este recuento tecnológico?
Con el aparato que se anexó a mi vida y mis usos siento que los ingenieros fueron demasiado lejos.
Con ejemplares anteriores el manoslibresmicrófonoaudífono era un sólo aditamento, que se enchufaba y desenchufaba sin mayor complicación.
¡Pues eso también ya forma parte del pasado!
Anoche hice una llamada y decidí estrenar el manos libres de mi teléfono. Hasta ese momento el manos libres permanecía empacadito y con ese olor a plástico recién procesado.
Procedí a desempacar la monería que ya ahora entendí no era el manos libres.
Ya había visto que dentro de la caja se encontraban dos pequeños embalajes plásticos. Uno de ellos era, a todas luces, audífonos. Pero el otro me resultaba un enigma. ¿Qué era? Revisaba una y otra vez el manual de operación y no se hacía mucha referencia a esa parte del teléfono que parecía haberse colado de un contenedor de juguetes de la Guerra de las Galaxias.
¿Un localizador GPS? No, como para qué si todavía puedo regresar a casa en mis cinco sentidos.
¿Un clicker para entrenar bien a mis perros? Para nada, sería demasiada atención personalizada por parte de Nokia.
¿Un chip con toda la información del manual de usuario procesada, para ingerirlo y saber todo el know how del modelito sin necesidad de leerlo?
¿Un adaptador que reduce en un 30% las emisiones contaminantes y ayuda a darle en menos tiempo en la torre al planeta? (Por cierto, ¿qué pasó con esa gran preocupación mundial del "calentamiento global"?)
Para nada... teniendo ya conectados los audífonos al celular y colocados los auriculares en mis oídos, me voy dando cuenta que en esos 15 centímetros de cable no estaba el micrófono... ¿Aquel objeto triangular, de color negro traslúcido, que al apretarlo me recordó al clicker de entrenamiento canino, era el complemento del manos libres? ¡Eureka! ¡Así es!
Por si fuera poco con la cantidad de cables que uno trae colgando a diario, Nokia tuvo la genial idea de hacer el adaptáculo A y el adaptáculo B, el cual son dos cosas... pero diferentes. Nokia en su inmensa sapiencia que ha recabado por tantos años de tratar con el mercado consumidor de teléfonos celulales, tomó la decisión de ir contra la corriente de eficientar recursos... o tiempo... o facilitar su uso.
El adaptáculo A son audífonos.
El adaptáculo B es el micrófono para dar comandos de voz (la neta una maravilla, aunque parezca que el teléfono y el usuario hablen idiomas distintos y se opte por acortar la ruta usando, como es costumbre, la agenda de contactos) y para que a uno le escuchen al hablar por teléfono sin manos. Claro, la mecánica tenía que ser estorbosa: escucho radio, por lo tanto tengo conectado al celular y a mis oídos, el adaptáculo A. Si quiero usar el manos libres, tengo que desconectar el adaptáculo A, conectarle el Adaptáculo B, y este, al fin, es el que va directamente al teléfono celular.
Si opto por deshacerme de tantos cables desconecto el adaptáculo B del celular, le desconecto el adaptáculo A y éste último lo vuelvo a enchufar al celular. ¡Sencisho!
Haciendo honor a la verdad siempre estoy abierto a la tecnología. Me fascina cuando un gadget me incorpora a su vida. Cuando me facilita o me entretiene con sus múltiples usos. El telefonito está genial, y de hecho no es el primer Nokia que tengo. Este ejemplar trae un jueguito al cual me estoy haciendo adicto. Se trata de construir edificios: City Bloxx. Que está acelerando la llegada de la artritis a mis articulaciones.
Y así pues, después de hallarle sentido al sinsentido de la tecnología, llego a la conclusión que:
¡Ah que tiempos aquellos, los pasados, los del recuerdo, los del comienzo, los del "Te acuerdas cuando traían"!
Aquellos sí eran tiempos mucho más prácticos.

 

1 comentario

DonGalleto -

Y a ver que nos depara el destino más adelante, ya veremos con que mafufada nos van a salir