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Lo que no sabes...

Una mentira más...

Una mentira más...

> He mentido.
Lo confieso, he dicho mentiras a lo largo de mi vida. De hecho, no me la creo cuando alguien, altanero, creyéndose pintado por Siqueiros y educado por la Santa Inquisición se avienta la aberración de decir: "Yo siempre digo la verdad". Épale, no es cosa sencilla. Es uno de esos casos que hasta Pinocho se sonrojaría.
Y no digo que somos mentirosos nada más porque sí. Nuestra propia naturaleza nos lleva a alterar, ocultar, o medio decir la verdad. Y no es tan grave. Decir que me tomé dos cervezas, cuando la verdad fueron cuatro, no es como para que se me tilde de mentiroso empedernido. Decirle al departamento de cobranza que no he pagado porque no tengo dinero no es una mentira, sino una verdad que permea a cierta parte de la población. Decir que el Presidente es mentiroso no estoy pecando de irreverente, retrógrado ni aborto del Padre Maciel: es, eso sí, una gran verdad.
Porque bueno, ¿quién no dijo el día de hoy una mentira? No es que esté pidiendo a gritos que todos levanten la mano en un mea culpa colectivo, sean colocados sobre una pira y quemados. Platón consideraba que "el bien no es diferente de la verdad", y la justicia se relacionaba con éstas dos.
Es decir, que aquella añeja concepción de que la verdad y el bien son cosas distintas es algo imprecisa. Pero espera, en la Real Academia Española al definir la palabra mentir en ninguna parte hace referencia a faltar a la verdad. La aproximación que hace es: "Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa."
No quiero tocar el campo de cuando una mentira da paso a una historia cruzada, con melodrama incluído, música de fondo y un final inesperado. De esas mentiras -y desenlaces- hay muchos: como el caso del Gobernador de Nueva Jersey, James McGreevey, quien reconoció a nivel nacional, en horario triple A y sin cortes comerciales, que mantenía una relación homosexual. La declaración la hizo teniendo a su esposa al lado, con cara de pasmo y con ganas de agarrar a zapatazos al guionista de esa mala historia.
Y aquí otra de esas historias que solamente se dan en los Estados Unidos: Larry Craig, político republicano, fue acusado de acoso por un policía. Según la versión del policía, Craig le hizo tocamientos mientras orinaba en los baños del aeropuerto de  Minneapolis. Craig, astuto, se justifícó diciendo que suele orinar con las piernas muy abiertas, y que se agachó para recoger un papel en el suelo. Según el policía, el senador intentó rozarle con su pie. También, dijo que se declaró culpable para no hacer más grande el problema.
En términos sicológicos, se ha detectado que las personas, específicamente los niños, mienten para adaptarse a las reglas de la sociedad. También, la mentira ayuda a "sobrellevar las dificultades, ganar control o ser superior". De forma un tanto concluyente, se miente para evitar la sanción del adulto: para el infante la autodefensa es la mejor herramienta.
Vayamos a planos más terrenales. Una herramienta no del todo exacta -vamos, que todo es perfectible- es la encuesta realizada en 2007 por la empresa Consulta Mitofsky. Titulada "La Mentira Cotidiana", concluye que los mexicanos nos consideramos como "poco mentirosos". De los encuestados, solamente 2 de cada diez se reconocen como "regular o muy mentirosos". Y es precisamente a esos dos mexicanos que se expusieron a la burla y llamamiento a la cordura a quienes me dirijo. Haciendo de lado el dato de que los hombres mentimos más que las mujeres, me encuentro en la internet un compendio de "Las 52 mentiras de las mujeres".
Cito las más interesantes -acaso porque son las más escuchadas- o las más curiosas -acaso porque aún y cuando sabemos que son mentiras, nos las creemos.
De las 52 mentiras, las que deben estar en el cuadro de honor son:

No me importa, era un tarado. (Hipertexto: Realmente me importaba su cartera).

Soy virgen. (Hipertexto: He tenido mucho sexo y no quiero que pienses que soy una cuatro letras).

Estoy confundida, no se lo que quiero. (Hipertexto: Unos cuantos revolcones, pero nada de andar en serio).

No estoy preparada, necesito un tiempo. (Hipertexto: Unos cuantos revolcones y me he enamorado de tí y no la quiero cagar otra vez).

Te quiero por lo que eres, no por lo que tienes. (Hipertexto: Perdón, quise decir que te quiero por lo que tienes, no por lo que eres).

No soy como las demás. (Hipertexto: Ergo, no soy mujer.)

Que venga él a pedir perdón. (Hipertexto: Me muerdo las rodillas por llamarle).

Yo no soy histérica. (Hipertexto: No me des plantón porque verás cuánto lo soy).

No le voy a dar el gusto de verme llorar. (Hipertexto: Si lloro una vez más pensará que soy dramática).

No eres tú, soy yo. (Hipertexto: La cagué y no quiero hacerte sentir más miserable).

No voy a coger hasta casarme. (Hipertexto: ¿Sí entendiste cuando dije "Soy vírgen"?)

Sí, salí con él, pero no pasó nada. (Hipertexto: Te puedo decir lo cómodos que eran los asientos traseros de su coche).

No Soy celosa. (Hipertexto: Mi ex era un tarado porque nunca entendió que era una celosa de primera).

 

Mientras terminamos de definir los laberintos de la mentiras completas y verdades a medias, no nos tiremos al drama y corramos a darnos baños de pureza. Seamos honestos y total, levantemos la mano y digamos: Sí, he mentido. Que de ahí no pasa. 

Sin mentiras, la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento.
Anatole France (Anatole Thibault). Escritor francés (1844-1924)

Picando aquí puedes ver la lista completa.

2 comentarios

ale -

Y respecto a las mentiras de las mujeres, aunque todas ciertas difiero de la interpretación de "No estoy preparada, necesito un tiempo". Cuando una mujer dice eso es simplemente porque a)conoció a alguien más o b)esta saliendo con alguien mas! jajaja

ale -

La capacidad de mentir es lo que nos hace distintos de todas las especies. Dicen que el homo sapiens exterminó así al Neanderthal.. ¿o también será mentira?