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Lo que no sabes...

Por eso me gusta el automovilismo por Tv

Estaba en secundaria cuando las carreras de coches en México comenzaban a tomar auge.
Recuerdo que en aquellos días, un maestro comentó que había ido al Autódromo Hermanos Rodríguez a ver la presentación de ciertos pilotos con sus respectivos equipos -humanos y técnicos-. Su principal queja o impresión fue que lo malo de ir a las carreras es estar bajo el sol varias horas.
Desde entonces, y con más de un motivo adicional, prefiero ver las carreras de coches por televisión. Es decir, prefiero rodearme de comodidades en mi casa, que ir a batallar con el sol, la gente, el ruido, y por supuesto a los impertitentes y wanna bes que acuden a ese tipo de eventos.
Regresando a nuestros días, adquirí el reciente número de la revista ahora ya izquierdoza, llamada "El Chamuco". La publicación se convirtió en un fenómeno medio de denuncia, medio de crítica, medio informativo, en 1994, uno de los años más agrios como nación.
A saber, en ese año salió a flote el teatrito del EZLN, por ende más de mil mexicanos se sintieron indigenistas y descubrieron que los pobres de los pobres son los indígenas. También, en ese año mataron al candidato oficial del PRI, Luis Donaldo Colosio. Acto que motivó inmediatamente que todo el país volteara los ojos a Los Pinos (residencia oficial del Presidente), culpando -directa o indirectamente- al entonces Presidente Carlos Salinas.
Y a pocas semanas de haber concluído su sexenio y de pasar la estafeta a Ernesto Zedillo, la economía mexicana se desfondó al haber desaparecido millones de dólares y pesos de inversiones extranjeras. O sea, que un día teníamos dinero... y al siguiente día ya teníamos los bolsillos vacíos.
Como respuesta, y ante la incompetencia de los medios informativos del momento, diarios y revistas se volvieron el medio de información alterno o crítico a lo que sucedía en el país. Y uno de esos medios fue "El Chamuco".
Le di lectura por algunos meses, y punto. La economía se estabilizó, y la información se permeó a todos.
Pero hace pocos días mi Santa, Casta y Pura Madre quiso recordar aquellos días y compró la ya mencionada revista.
Me da pena -y mucha hueva- ver a un medio tendencioso, más bien tirándole a lo proselitista hacia la izquierda mexicana -rancia, retrograda y tan poco eficiente-.
Uno de los moneros (o caricaturistas o cartonistas) que en su momento marcó una pauta bastante interesante y que como se dice "hizo escuela", es Rius. Un hombre de aproximadamente entrado en sus 70 años de edad, que nunca ha negado su tendencia política hacia la izquierda. Es de los clásicos simpatizantes que defienden sus ideales, que quieren convencer a los demás de las bondades de la izquierda y que, estoy seguro y es digno de reconocerse, que se morirá en la raya por su ideología.
Aunque es de las personas que sólo distinguen dos colores: blanco y negro, y no existen medias tintas, Rius no oculta las que para él son las bondades de vivir mirando a la izquierda (osease, en el socialismo).
Bueno, pues en ese número reciente de "El Chamuco" (número 141), el cartonista narra su más reciente experiencia de un viaje a Cuba. Rius comienza aclarando que la última vez que visitó la isla fue 14 años atrás, dándonos a entender -y mostrándose algo predecible- que las cosas han cambiado.
Y efectivamente, hace mención de que en el aeropuerto José Martí ya no está la leyenda de "CUBA, TERRITORIO LIBRE DE AMÉRICA". El aeropuerto ha sido "más o menos remozado y modernizado". (ACLARACIÓN: Todas las citas del texto de Rius son referecnias textuales, respeté la redacción, puntuación y signos originales).
Posteriormente, se entera que en Cuba ya no funciona el peso cubano, que desde el 2006 se usa lo que llaman "peso convertible" o cucos, como les llaman. Cuya equivalencia es: con un euro, le dan 1.25 cucos; con un dólar, 80 centavos de pesos convertibles; 13.52 pesos mexicanos compran un convertible. Y claro, como el socialismo siempre ha sido bondadoso con los cubanos, a éstos les cuesta 25 pesos cubanos un cuco.
En su texto Rius dice. "Cubanas y cubanos pidiendo convertibles por los servicios que prestan al turista, por cualquier bobería que le vendan o simple y descaradamente, como una limosna (...) Si antes el cubano rehuía a los extranjeros (...), ahora es todo lo contrario: cuesta trabajo quitarse de encima a los cubanos, de todas las edades, que quieren hacer plática con el único fin de sacarle dinero al turista".
Hasta aquí, la maravillosa y desarrollada visión de Rius sobre el socialismo y sus bondades.
El artista se muestra sorprendido al darse cuenta -tal vez vivía en un sueño lúdico que lo hacía pensar en paraísos- de la miseria en la que vive el pueblo cubano.
Al adentrarse a lo que se llama Ruinas Habaneras, Rius cuenta:
"Casas viejas cayéndose materialmente a pedazos, en un ambiente de peste y suciedad, llenas las calles de basura y gente más miserable que pobre".
Las referencias a esa Cuba que tanto se cuenta en América con el paso de los años se han vuelto realidad: en las tiendas para cubanos hay realmente poco para comprar, sin olvidar que en las tiendas para turistas hay TODO... en cucos, obviamente.
En materia de medios de información el asunto también es bastante complejo. Los cubanos reciben en sus casas los tres únicos canales cubanos, que a decir de Rius son "malísimos". Y en cuanto a prensa existen 3 diarios, todos oficiales. "El sistema ha acabado con la crítica y con la libertad de expresión. Los libros que se editan en Cuba, deben ser aprobados por el Gobierno, lo mismo los libros extranjeros que se venden (en Cucos), en las librerías. Mis libros están prohibidos en Cuba", nos cuenta un Rius decepcionado de su visión ideal(izada) de desarrollo e igualdad social.
Y aquí viene otra gran referencia que se contaba en antaño: esa creación bastante bipolar de dos cubas: uno para los turistas, con acceso a todo, y otra Cuba para los cubanos: con restricciones, limitaciones y una vida muy al margen de lo mínimamente indispensable.
Aquello de que en las zonas turísticas únicamente pueden acceder los turistas, y que incluso refiere Rius, muchos de los cubanos no conocen Varadero.
Rius denuncia (o tal vez abrió lo ojos a la realidad): "Cuba tiene todo lo que busca un turista (...), y puede convertirse en uno de los destinos turísticos más importantes de la región, pero... ¡NO EN ESAS PINCHES CONDICIONES, DON FIDEL! No creando un sistema de apartheid donde los cubanos, aunque sean blancos, NO pueden estar presentes, excepto para barrer y servir la mesa... (o servir la cama)."
Al final de su relato, reproduce parte de una charla que sostuvo con un ruso, ex empleado de la embajada Soviética en La Habana. Su interlocutor explicó que veía a Cuba "Un poco mejor, pero mucho peor. (...) La productividad ha caído hasta los suelos, los jóvenes no quieren trabajar, se quieren ir de Cuba (...) y sobre todo, hay mucha corrupción".
Total, que al terminar de leer la experiencia casi religiosa de las condiciones de vida tan precarias de Cuba, y de leer a un Rius triste y decepcionado, confirmé mi decisión de años atrás: qué bonito es ver las carreras de coches, emocionarme, impactarme por los imprevistos en las carreras, todo ello...desde mi casa.
Cuba siempre será hermosa, y es aceptable que nos indignemos por sus condiciones... pero realmente hay que vivirlo para saber los alcances que tiene en la población las decisiones -buenas o malas- de los gobiernos.
Rius tuvo que ir a Cuba para ver una parte -tal vez la menos bella- del socialismo por el que siempre se ha desvivido.
¡Bienvenido a la realidad cubana, Señor!

2 comentarios

Demry -

*-Me gustó el post..
Mucho tiempo sin leerte..Ya estoy de vuelta.
Un Beso,
Demry.-

Gaviota -

Qué interesante entrada. Fidel debe de estar congelado, lo meten al micro y le sacan la foto con sus pants... cuánto más durará esto? si la URSS ya no existe... Besos Citi