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Lo que no sabes...

Mire mi bicicleta, es diseño original...

Mire mi bicicleta, es diseño original...

Anduve en la zona de Santa Fe, y al pasar por una de las avenidas principales vino a mi mente un recuerdo bastante chistoso.
Todo empieza años atrás, cuando mi nombre aparecía en tantas revistas y publicaciones, como recibos de honorarios y cheques.
Para una de las revistas en las que colaboraba, hacía hasta cierto punto un trabajo de cool hunter, es decir un cazador de tendencias. Para ello tenía que visitar y estar en contacto con incubadoras de empresas, tanto de universidades como de la IP y gobierno.
Las experiencias que obtuve de esos trabajos de investigación, fueron muchas, todas prácticamente me dejaron un buen sabor de boca. Saber que hay muchos talentos en ciernes, que reciben determinados apoyos monetarios o de asesoría me reconforma. Pero me desilusiona saber que quedan la gran mayoría de ellos en la memoria académica de la institución o de la ONG, por falta de seguimiento a los proyectos y por falta de una cultura de apoyo a los pequeños y medianos empresarios. Bueno, ya me salí del tema... Sigamos pues...
Una de las empresas, o empresarios que me había tocado entrevistar tenía su empresa (una fábrica de metales, si mal no recuerdo), precisamente camino a Santa Fe.
El hombre en cuestión había desarrollado una bicicleta medio portátil, medio vanguardista, medio original... Era una bici pequeña, de ruedas gruesas. La "maña" de la bicileta radicaba en que por el diseño mismo, uno quedaba un tanto inclinado hacia a delante, razón por la cual uno debía de erigirse más de lo normal que en una bicicleta normal.
El empresario ya me había contado su historia, sus tragedias (icluídas que una vez que se quisieron meter a su bodega, le envenenaron tres perros de guardia que tenía en el terreno)... Su entusiasmo era grande, como su afabilidad y cortesía.
En un afán de querer compartir conmigo su "invento" me dice "Súbete a la bici, para que veas cómo se siente manejarla". Ni tardo ni perezoso dejé a un lado mi libreta de notas, mi grabadora, y como si fuera el representante legal de Lance Armstrong me acomodé en el pequeño asiento.
Comencé a pedalear, titubeando con el equilibrio, y guiando mi aparato por zonas donde estuviera más "planito" el piso... ya comenzaba a agarrar vuelo cuando... Espera, ¿ya comenté que ese día hacía un calor de los mil demonios? ¿Y que bajo los rayos del sol se encontraba el inventor y su asistente, viendo como daba mis primeros pasos con la bicicleta?
Sobre el armatoste me sentía algo inseguro, tal vez por que el grado de inclinación de la bici y por saber que aquel juguetito no era mío.
Y ahí andaba Citizen, pedaleando errante, esquivando algunos objetos... y al inventor y su asistente.
En una de esas, en una irregularidad del piso... tropieza la bicicleta y salgo volando por los aires... Lo único que recuerdo es cómo el suelo se acercaba a mi frente y el inventor y su asistente echándome una mano para levantarme y preguntando si estaba bien... es más, hasta podría decir que los labios del empresario vislumbraba una sonrisa, seguro se estaba aguantando la risa con todos sus años.
Me levanté, como tratando de disculparme por el tremendo oso que acababa de hacer, trajeron alcohol y me limpié mi frente que para ese momento ya tenía un chichón lo suficientemente grande como para ignorar mi andar por la calle.
Por la tarde, una vez con las disculpas debidas y las sonrisas abochornadas, fui a ver a un gran amigo. Lo primero que me preguntó cuando me paré frente a él sabes qué fue: "¿Y ahora que te pasó en la frente?". Le conté mi aventura, y muy a nuestro estilo, a nuestra confianza, hicimos leña del árbol caído del día: o sea yo.
Yo creo que, de paso, el empresario hizo leña del árbol caído de ese día... y hasta la fecha, lo recuerdo y me da mucha risa...
Pero eso sí, ¡ouch!, el deber profesional ante todo.

1 comentario

manijeh -

jajajajajaja que vergüenza realmente, pero que sería de nosotros sin esas anécdotas!