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Lo que no sabes...

Espiral del silencio

Hace dos años que celebramos elecciones para Presidente.
LLegar al 2 de julio de 2006 fue un camino difícil, háblese desde la trinchera que se hable.
Pero trabajar en el gobierno (y específicamente en un gobierno que cometió muchos errores, por acción u omisión) fue realmente un dolor de cabeza.
Podría empezar por comentar que al interior del gobierno, una elección presidencial se vive con muchos obstáculos, tanto institucionales como personales. En aquel entonces, el Ejecutivo decidió establecerse un mes de tolerancia en todos los rubros: es decir, en ningún medio público podía anunciarse, promover acciones y obras y menos influir de una u otra forma en los cuidadanos. En resumen: un autoexilio mediático.
Cero anuncios.
Cero conferencias.
Cero entrevistas.
Cero giras del Presidente y Secretarios de Estado.
Por una parte, creo, era una buena medida para callar de sopetón a aquellos actores políticos (obviamente de nuestra inteligentosa izquierda mexicana) que decían que el gobierno excedía tiempos y dineros en auto promoverse y auto promover el voto hacia el partido gobernante, el PAN. Pero por otra parte, la medida era un buen caldo de cultivo para que cada quien, en la medida de sus posiblidades, hicíéramos nuestra propia labor de difusión hacia el partido/candidato favorito.
La internet se convirtió en la principal herramienta.
A nivel de trabajo de comunicación gubernamental, tuvimos que acelerar varios eventos y giras, para que no nos agarraran con los dedos en la mano.
En la oficina todo era cortesía y camaradería, digamos que ambiente laboral normal. Para evitar problemas o conflictos una opción era no tocar el tema político electoral con compañeros que sabíamos que no eran de la misma línea.
Hasta que el dos de julio llegó.
Un domingo dominado por la espiral del silencio por todos lados.
Nadie quería habar demás para que no se sintiera señalado. Omitido. O, en el caso de los medios de comunicación sancionado por las autoridades electorales.
Un día de grandes omisiones, con muchos tapabocas hacia los informadores de la tv y radio, con mucha cautela.
Se sabía de antemano del salvajismo irracional del candidato opositor que, semanas atrás, comenzaba a calentar el ambiente nacional con declaraciones que hablaban de un fraude, de patrocinios multimillonarios de empresarios hacia el candidato oficial. Ladraba de un supuesto "cerco informativo en mi contra. Nadie me da espacio en los medios", cuando meses después la principal autoridad electoral informó que precisamente ese candidado había excedido con creces los tiempos y los recursos legales para la campaña.
Desde temprano de ese domingo yo ya había votado.
La tarde, tensa.
La gente en las calles simulaba tranquilidad, pero en el fondo el miedo sembrado hacía eco.
Pocos se miraban a los ojos.
Miradas perdidas, pensativas.
Ya en la noche, los medios informativos hablaban de que por la estrecha diferencia de votos entre el candidato del PAN y el del opositor PRD no podían hablar de un ganador. Eso, según lo había solicitado el IFE se resolvería en las próximas horas... o días... o semanas.
Oficialmente había, cierto, una diferencia de -si mi memoria no me engaña- a lo mucho un punto entre el PAN y el PRD, a favor de aquel.
En la casa de campaña de Felipe, candidato del PAN, había vítores, fiesta, aunque con cierta reserva. Pero la alegría era evidente.
En la casa de campaña de López, candidato del PRD, celebraban pero con mucha más expectativa.
Tensión, miedo, fueron mis principales emociones de aquella noche.
Luego, entrada la media noche, el Presidente del IFE, Luis Carlos, daba un mensaje donde, con más explicación, decía lo anterior: estrecho márgen de diferencia entre los dos principales candidatos.
Noche silenciosa. De ideas. De pensamiento. De futuro. De incertidumbre.
Lunes laboral y todos los periódicos metían gol con la nota: No hay ganador.
Otros más, se adelantaban a dar cifras al corte de la madrugada.
Ya en la oficina, entre los empleados, los de línea, nos manteníamos al tanto de lo que se informaba por internet, por radio o a través de contactos.
Luego me conecto a internet y entro a la página del candidato opositor, López.
La primera imagen: una caricatura del candidato, sobre un pódium, en el número 1. Con la banda presidencial y la leyenda, palabras más palabras menos: Presidente 2006-2012.
Riesgoso, pensé.
Para la tarde, la mesura: no había imagen triunfalista. La habían "bajado".
Posteriormente la solicitud del conteo de votos.
Semanas después las autoridades electorales dieron bandera verde a la petición de la opisición: Sí se contarán los votos... pero solamente de aquellas casillas que han sido reportadas como irregulares.
Y los gritos, las arengas: Fraude, Fraude, decían los seguidores de López. Y las marchas, y los bloqueos, y los plantones... Y la pérdida de la razón.
El edificio de la secretaría de estado en la que trabajaba constantemente estuvo resguardada por elementos antimotines. Al menor descuido, cientos de personas, niños, mujeres, ancianos en plantón en la entrada del edificio. Las presiones: "Nadie sale y nadie entra, venimos dispuestos a todo". El terror como estrategia.
Las descalificaciones hacia todo lo gubernamental.
López jugaba al investigador: presentaba "pruebas" del supuesto fraude. Pruebas que con el paso de las horas fueron cayendo por lo poco claras y evidentes como tales: que si el supuesto mapache que se veía sembrando votos, resultó ser un observador electoral. Que si esa mujer pagaba a gente, nada, una habitante de un poblado lejano. Hasta que a falta de evidencias, López radicalizó su discurso. Llamaba a los medios, los engatuzaba, les engañaba con supuestas conferencias de prensa.
Y se volvió, como hasta ahora, en el hazmereír de todos.
Y claro, se hizo llamar "Presidente Legítimo de México" que nadie sabe realmente qué hace o qué ha hecho como tal.
Esperanzado en que será blanco de ataques y represión del Gobierno, fragua constantemente qué hacer para que lo volteen a ver.
Mientras, el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Felipe, hace lo suyo.
Bien o mal, pero tiene parte del juego de su lado.
Dos de julio, de la tensión, el miedo y el silencio.
Cuento esto con la tranquilidad que da el paso del tiempo, pero realmente aquellos días estuvieron llenos de incertidumbre, muchas omisiones y muchos excesos por la misma mesura (cuenta gotas) de la información.
En lo personal la sudé mucho en aquellos días.

1 comentario

manijeh -

López Obrador no ha hecho más que meter la pata desde ese día. Muy bien podría haberse puesto a chambear durante estos 6 años para volverse a lanzar como candidato en las siguientes elecciones y probablemente hasta ganar.

Gracias a Dios no tiene el cerebro para pensar racionalmente y no ha hecho más que el ridículo, tirando sus pocas posibilidades al caño.