¡Devuélvanme mi verano!
> Todos sabemos que este mundo está de cabeza.
No abundaré en ejemplos, que con el simple hecho de meterse a un Starbuck´s ya no es muy cuerdo que digamos.
Y está de cabeza porque nos hemos empeñado en que si las cosas deben de subir, pues trabajaremos arduamente para que bajen. Aún y cuando la naturaleza propia de eso, esto o aquello lo requiera. Y no. No me estoy refieriendo a temas que la iglesia y sus porristas de enahuas largas se cansan en decir "es contra-natura". Ahora que si de "contra-natura" hablamos pues deberíamos de pensar en tortillas industrializadas, en curas pedófilos, en apoyar a AMLO o creerle a Lolita Ayala. Esas cosas sí son "contra-natura".
A lo que me refiero es a este clima más impredecible que la siguiente publicación de "Luna LLena", "Media Luna", Cuarto Menguante", y "Ya nos amaneció". Yo recuerdo que en mis años de la infancia hablar de verano era hablar de calor, de refrescos fríos, de helados de limón y cielos azules interminables. Antes hablar de verano era pensar en vacaciones escolares de mes y medio, en levantarse tarde y en no hacer mucho en esos días. Pero no. El mundo está de cabeza. Ahora, en este 2010 y a poco menos de dos años de que las profecías Mayas, Tlaxcaltecas, Zapotecas y Xochimilcas del 2012 nos alcancen, el verano ya no es lo que era antes en México y el mundo.
Mientras que antes sacaba mi alberca desmontable al jardín, la llenaba y me sumergía en ella hasta que la piel de mis deditos quedara arrugada, ahora, advirtieron autoridades, la recomendación fue no salir de nuestras casas al menos por tres días. ¡Tres días! ¿Quién en su sano juicio -y que no esté penando condena en la cárcel- se queda tres días metido en su casa, porque las lluvias llegarán peor que en el diluvio bíblico?
Antes el verano era para andar en diminutos shorts por la calle, andando en bicicleta, buscando aventuras entre los árboles del bosque tropical, mientras los pajarillos cantan. ¡Qué tiempos cuando el verano nos obligaba a refrescarnos, aunque eso significara quitarnos la ropa a la menor provocación (el pretexto era lo de menos)!. Eso al menos me han contado de los veranos de antes.
Pero los políticos son un encanto. No quieren hablar de que Tláloc tiene la fiebre de "El Niño". Ellos prefieren hablar de "lluvia atípicas (¿contra-natura?, pregunto), por el calentamiento global". Como mero dato, en febrero de este año en México se presentaron lluvias intensas ("atípicas", recuerda). Normalmente, en un planeta normal, febrero significa un mes generalmente seco. Pues bueno, este febrero de 2010 se presentaron precipitaciones pluviales en la Ciudad de México de 36 millones de metros cúbicos en unas cuantas horas, las cuales les valieron el reconocimiento de "las más intensas de los últimos 25 años". ¡Y apenas estaba empezando el año!
Pero eso era en febrero. Para julio se presenta lo que se le llama "Canícula". En un país normal, con una clima normal significarían algunas altas temperaturas y la disminución "notoria y no uniforme de las cantidades de lluvia", según informa en un boletín el Servicio Metereológico Nacional de México. Pero no. Como el mundo está de cabeza los últimos 5 días han sido de lluvias constantes.
Y si el calendario no nos falla, la "Canícula" debe terminar en agosto... para que en septiembre tengamos lluvias (si es que no se van). Y entre las depresiones tropicales (que a veces también acarrean depresiones blogeras), los Niños, la Canícula y "la calentación global" (Paulina Rubio dixit) el verano ya nada más existe en las películas.
¡Qué padre sería caminar en tupidas veredas, sin la preocupación de que por las lluvias nos caiga una roca de la nada!
Por eso es que exijo:
¡Devuélvanme mi verano a la antigüita!
3 comentarios
Gaviota -
Jess -
El invierno mato... 2 semanas de frio polar y demasiada lluvia en una zona que normalmente es seca y en el invierno "supuestamente" peor.
Asiq entiendo perfectamente lo que queres decir... y me uno a tu causa jeje... "Devuelvanme mi verano"
Didi Co -