Policías y Ladrones
Todavía recuerdo la fatiga.
La respiración agitada, el sudor.
En quellos años las dimensiones, y en general todo el tema de la percepción, eran totalmente distintas a las de hoy.
Corría algún año de mi infancia.
Pienso que mi infancia fue muy tranquila, precisamente por mi forma de ser: muy tranquilo. Gran parte de mi vida social la hacía en casa.
Por las mañanas iba a la escuela, entablaba amistad con un par de niños y ya. Los deberes escolares, los horarios y todo ese mundo que nos rodea en nuestros primeros años escolares me tenían hipnotizado.
Al regresar a casa, poco después del medio día, y luego de comer, venía la rutina de hacer la tarea.
De mi infancia recuerdo como un gran compañero a mi hermano Lester. Pocas veces he hablado de él aquí en mi espacio. Bueno, pues este post está dedicado en parte a él.
Lester (que realmente no se llama así, sino que se apropió del apodo a raíz de que a ambos nos gustaba el programa "El Mundo de Beakman" y si yo era Beakman, obviamente él sería Lester...), es 9 años mayor que yo. Durante los últimos 20 años ha sido desde mi principal consejero, hasta mi principal cascarrabias. Siempre me apoya, realmente no recuerdo que me haya dicho algún "Estás mal" o "No" después de haberle contado sobre cierta situación o decisión mía.
En nuestros años de infancia la pasábamos super.
Sobraba imaginación para pensar qué hacer o en qué meterme en aprietos (a instancias de él, por supuesto jaja).
Yo lo recuerdo, como hasta ahora, con una larga lista de amigos, conocidos, cuates, compañeros de chela, juerga, fiesta, tristezas y un largo etcétera. Ni modo, algún defecto debe tener y lo suyo es ser muy sociable (aunque eso no quiere decir que todos entren a su círculo rojo).
Dentro de las miles de monerías que hacíamos juntos era jugar a "Policías y ladrones" del viejo oeste.
Por supuesto que era con indumentaria completa (y de ninguna manera fui Pocahontas eh). O bueno, para nuestros pocos años de edad el paliacate, pistola de juguete y algunas cajas era más que suficiente para sentirnos el Llanero Solitario y yo algún apache malandrín que quería hacer mafufadas... que ahora que lo pienso, no sé a quién, pero nos la pasábamos muy divertidos.
Así pasaron muchos juegos de "Policías y ladrones". El botín era cualquier chacharita. O incluso muchas veces no teníamos botín. Simplemente el juego empezaba cuando alguno de los dos -y no dudo de que él haya sido- dijera "Vamos a jugar a los policías y ladrones". Esa era la frase mágica para no me acuerdo de dónde salía el paliacate, la pistola y ¡¡a correrle al policía!!
Nuestra casa, el jardín y los cuartos se nos hacía pequeña para correr y huír yo de la autoridad (caray, ahora entiendo muchas cosas jajaja).
El juego terminaba cuando... cuando... cuando terminaba. Al grito de "Ya no juego güey", se daba por concluída la persecución. Hasta nuevo aviso... días o semanas después.
Bueno, pues en los anales de la historia familiar se quedó el capítulo que bien podría llamar "Ladrón con estilo".
La persecución estaba a todo lo que daba. El apache corría delante del justiciero. A punto de alcanzarlo y se escapaba.
Derepente el apache (osease yo) dispara contra nuestro valiente guerrero. Certero en el tiro, el apache da muerte al policía.
Como buen ladronzuelo de poca monta, se acerca al representante de la ley, lo despoja de cartera y pistola... El apache, satisfecho por su objetivo, se da la media vuelta y pretende huir... se detiene unos segundos, voltea a ver a la víctima y con ese falaz rostro que puede tener un apache de pocos años de edad, se acerca al policía, levanta el paliacate que cubría parte del rostro del oficial y ¡sustrae el chicle que nuestro valiente hombre estaba mascando! Operación perfecta: ejecutó al oficial, le robó pistola, cartera y lo más importante ¡El chicle! Que ya para ese entonces nuestro apache ya se había metido a la boca.
Y es que es más que obvio, si se trataba de desvalijarlo, pues tenía que ser un buen trabajo.
El recuerdo de este juego de "Policías y ladrones" quedó en la memoria de Lester y mía, cuando lo recordamos siempre terminamos riéndonos y comentando lo ocurrido.
Y de hecho, podría decir que ese fue el último capítulo de "Policías y Ladrones"... seguramente sí jugamos más veces, pero este capítulo es el que más recuerdo. Lo veo al paso del tiempo y es como si hubiera sido ayer.
Al fin niños...
Al fin hermanos...
Al fin Lester, mi querido Lester.
La respiración agitada, el sudor.
En quellos años las dimensiones, y en general todo el tema de la percepción, eran totalmente distintas a las de hoy.
Corría algún año de mi infancia.
Pienso que mi infancia fue muy tranquila, precisamente por mi forma de ser: muy tranquilo. Gran parte de mi vida social la hacía en casa.
Por las mañanas iba a la escuela, entablaba amistad con un par de niños y ya. Los deberes escolares, los horarios y todo ese mundo que nos rodea en nuestros primeros años escolares me tenían hipnotizado.
Al regresar a casa, poco después del medio día, y luego de comer, venía la rutina de hacer la tarea.
De mi infancia recuerdo como un gran compañero a mi hermano Lester. Pocas veces he hablado de él aquí en mi espacio. Bueno, pues este post está dedicado en parte a él.
Lester (que realmente no se llama así, sino que se apropió del apodo a raíz de que a ambos nos gustaba el programa "El Mundo de Beakman" y si yo era Beakman, obviamente él sería Lester...), es 9 años mayor que yo. Durante los últimos 20 años ha sido desde mi principal consejero, hasta mi principal cascarrabias. Siempre me apoya, realmente no recuerdo que me haya dicho algún "Estás mal" o "No" después de haberle contado sobre cierta situación o decisión mía.
En nuestros años de infancia la pasábamos super.
Sobraba imaginación para pensar qué hacer o en qué meterme en aprietos (a instancias de él, por supuesto jaja).
Yo lo recuerdo, como hasta ahora, con una larga lista de amigos, conocidos, cuates, compañeros de chela, juerga, fiesta, tristezas y un largo etcétera. Ni modo, algún defecto debe tener y lo suyo es ser muy sociable (aunque eso no quiere decir que todos entren a su círculo rojo).
Dentro de las miles de monerías que hacíamos juntos era jugar a "Policías y ladrones" del viejo oeste.
Por supuesto que era con indumentaria completa (y de ninguna manera fui Pocahontas eh). O bueno, para nuestros pocos años de edad el paliacate, pistola de juguete y algunas cajas era más que suficiente para sentirnos el Llanero Solitario y yo algún apache malandrín que quería hacer mafufadas... que ahora que lo pienso, no sé a quién, pero nos la pasábamos muy divertidos.
Así pasaron muchos juegos de "Policías y ladrones". El botín era cualquier chacharita. O incluso muchas veces no teníamos botín. Simplemente el juego empezaba cuando alguno de los dos -y no dudo de que él haya sido- dijera "Vamos a jugar a los policías y ladrones". Esa era la frase mágica para no me acuerdo de dónde salía el paliacate, la pistola y ¡¡a correrle al policía!!
Nuestra casa, el jardín y los cuartos se nos hacía pequeña para correr y huír yo de la autoridad (caray, ahora entiendo muchas cosas jajaja).
El juego terminaba cuando... cuando... cuando terminaba. Al grito de "Ya no juego güey", se daba por concluída la persecución. Hasta nuevo aviso... días o semanas después.
Bueno, pues en los anales de la historia familiar se quedó el capítulo que bien podría llamar "Ladrón con estilo".
La persecución estaba a todo lo que daba. El apache corría delante del justiciero. A punto de alcanzarlo y se escapaba.
Derepente el apache (osease yo) dispara contra nuestro valiente guerrero. Certero en el tiro, el apache da muerte al policía.
Como buen ladronzuelo de poca monta, se acerca al representante de la ley, lo despoja de cartera y pistola... El apache, satisfecho por su objetivo, se da la media vuelta y pretende huir... se detiene unos segundos, voltea a ver a la víctima y con ese falaz rostro que puede tener un apache de pocos años de edad, se acerca al policía, levanta el paliacate que cubría parte del rostro del oficial y ¡sustrae el chicle que nuestro valiente hombre estaba mascando! Operación perfecta: ejecutó al oficial, le robó pistola, cartera y lo más importante ¡El chicle! Que ya para ese entonces nuestro apache ya se había metido a la boca.
Y es que es más que obvio, si se trataba de desvalijarlo, pues tenía que ser un buen trabajo.
El recuerdo de este juego de "Policías y ladrones" quedó en la memoria de Lester y mía, cuando lo recordamos siempre terminamos riéndonos y comentando lo ocurrido.
Y de hecho, podría decir que ese fue el último capítulo de "Policías y Ladrones"... seguramente sí jugamos más veces, pero este capítulo es el que más recuerdo. Lo veo al paso del tiempo y es como si hubiera sido ayer.
Al fin niños...
Al fin hermanos...
Al fin Lester, mi querido Lester.
6 comentarios
Ni Casi O -
Besos.
Queridísimo Citizen.
PostPost: Nuevamente lograste que se me enjugara la vista.
el olvido... -
angie -
Mil besos desde brasil...!
Mariana -
No lo sabré nunca más que por referencias... y me entristece a veces... no muchas, pero sí a veces.
¡Saludos a Lester! Y besotes para ti mero.
Mariana.
Adrian Pegaso -
Muy buen post, muy figurativo y muy participativo (si, mi imaginacion estuvo muy activa al compas del relato)
Bexos
Ad
celiux -