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Lo que no sabes...

Tecnología + Agua = Citizen

La relación que he llevado con la tecnología ha sido más que satisfactoria.
No me quejo de ella, aún y cuando pierda documentos importantes con las reseteadas de la asistencia telefónica de la empresa de mi laptop.
Siempre he sido muy friendly de la tecnología y al contrario, reconozco que disfruto de ella.
Pero lo que no acabo de entender es la relación tan sui generis que he establecido con la tecnología y con el agua.
Para que te quede claro a qué me refiero, contaré tres anécdotas que me han sucedido en los últimos años.

1.- Nunca guardes el celular en tu bolsillo delantero del pantalón: Cierta tarde había ido por millonésima vez a comer al vips que está detrás de mi último trabajo. Mi rutina consistía en llegar, pasar lista a las meseras, cajeras, gerentes, sentarme (en gabinete,sino no), pedir mi taza de café y después ir al baño a lavarme mis manos, que como sabrás es una costumbre que no me puedo -ni quiero- quitarme: lavarme las manos constantemente. Ya en el baño cambio de opinión y decido hacer cierta necesidad que acostumbramos hacer todos los seres humanos. Desde el más podre hasta el más rico. Estaba en plena faena y apunto de terminar mi labor tan relajante (porque de que relaja el cuerpo y el alma, no hay duda), le bajo al excusado y comienzo a acomodarme y abrocharme el pantalón. En cierto momento, que metía mi camisa, hice cierto movimiento y el celular -como clavadista olímpico- sale volando del bolsillo delantero del pantalón, con una puntería tan asombrosa que cayó al agua del inodoro (¿porqué se llamará inodoro si hay veces que huele a echadero de elefante?). Ante tan inesperada decisión del celular (creo que no le daba tan mala vida como para que hubiera tomado esa decisión), yo no sabía si terminar de abrocharme el cinturón, jalarle otra vez al inodoro o... ¡Exacto! Me armé de valor, y metí la mano a esa gran abertura blanca y brillosa que se llena con agua. No fue tan asqueroso. Para entonces el escusado ya se estaba llenanado otra vez. Rescaté al celular de ese oleaje, lo desarmé, lo sequé y lo llevé a recuperación. Estaba conciente de que no volvería a funcionar, pero los teléfonos guardados en la tarjeta SIM bien merecía el hecho heróico. Este ha sido uno de esos momentos en los que hay que pensar rápido.

2.- El celular volador: ya era de noche. Estaba entrando a mi cuarto con mi celular en la mano. Este celular, de hecho, fue el antecesor del celular de la historia arriba contada. En eso, comienza a sonar el timbre de mensaje. Con las prisas de querer leerlo rápido, el teléfono como vil salmón comienza a resbalarse de mis manos. Trastabillea un poco, se me cae, pero con la fortuna de que cayó sobre la colcha de mi cama. Aliviado por ese golpe de suerte, me apresuro a tomarlo pero en ese momento comienza a resbalar por la orilla de la cama. Como resbaladilla, el teléfono se desliza y centímetro a centímetro toma fuerza de desplazamiento. Como una de tantas leyes de la física indica, ante tal velocidad el teléfono no pudo frenar su recorrido en el tiempo y espacio requerido. Por ello, voló unos pocos centímetros hacia mi pie. Bueno, fueron dos caídas acolchonaditas: la colcha y mi tenis. Cuando por fin lo agarro en mis manos, se resbala de nueva cuenta. Como ave tecnológica surca los aires y veo que se dirige hacia el lugar que las probabilidades y estadísticas nunca hubieran contemplado. Como suelo dormir con mis dos gatos, pues suelo tener comedero para los dos y, tal y como lo recomiendan los veterinarios, un recipiente con agua que siempre tiene agua fresca. Total, que el aterrizaje del teléfono -muy bonito y resplandeciente en su color plateado- fue en el recipiente con agua de mis gatos. ¿Es verdad? ¿Entre tantos lugares en que pudo haber caído el teléfono, tuvo que elegir ese recipiente de acaso unos 20 centímetros de diámetro? Pue sí, el teléfono quiso conocer nuevos mundos y qué mejor que bajo el agua. El teléfono tuvo una muerte lenta, tardó dos días en dejar este mundo.

3.- Si la física no me lo explica, mejor lo investigo: La física nunca me ha explicado del todo cómo es que el sonido se expande en el agua. Posiblemente agobiado por esa enorme duda que durante años ha carcomido mi cerebro, fue que decidí probar con mis audífonos. El asunto está en que cuando trabajaba era muy feliz. Entre tantos motivos, uno de ellos era porque exactamente atrás de mí tenía el garrafón con agua. Amante del agua fresca, era para mi un paraíso moverme -con silla de ruedas de oficina incluída- unos metros hacia el despachador de agua, llenar mi taza o mi botella y seguir disfrutando de mi música mientras sacaba asuntos gubernamentales. Ese movimiento lo repetía muchas veces al día. Como buena oficina llena de seres humanos, hubieron muchos momentos en que se requería levantarse urgentemente para atender temas gerenciales. Es decir, el asunto era levantarse rápido. En unas 3 ocasiones mis audífonos me explicaron el fenómeno del sonido y el agua. Y es que al levantarme o quitarme un audífono pasó que un auricular caía en la taza de agua. La primera vez que me pasó no pude creerlo. Además de que lo sorprendente fue que através de la taza se alcanzaba a escuchar, quedamente, la música. La segunda vez no sabía si maldecir a la taza, al auricular o a los dos... o en dado caso a mi jefe por llamarme. Y a la tercera vez tomé nota del fenómeno y seguí haciendo mis investigaciones. Lo sorprendente es que a pesar de esas inmersiones involuntarias, mis audífonos hasta la fecha siguen sonando tan potentes como cuando los compre. Así es, tienen cierta resistencia al agua.

 

Todas las historias son reales, cualquier parecido con la realidad es mera tontera de los dueños de celulares. Desde entonces me ha quedado claro que los celulares podrán tener las mejores aplicaciones tecnológicas, la mejor resolución de imagen en la cámara. Pero lo que no saben es aguantar la respiración o resistir los embates de la naturaleza... del hombre.

8 comentarios

Maclovia -

jajajaja como me he reído,mil gracias por tu mail.
Besos.

Gaviota -

Jajajaa amiiigoooo jajaja. Hay que tener más cuidado!!! Comparto contigo la experiencia de los audífonos acuáticos, me pasó lo mismo con los de mi iPod y no les pasó nada, menos mal que no era coca cola porque si no de seguro dejan este mundo. Un besote!!

Jess -

Bueno... pero vos tmb t conseguis los celulares q quieren ser dobles d riesgo jajaja.
Y los auriculares... tenes mucha suert, los mios no andan mas si ls cae una gota jajaja.
Besos!

Adrian Pegaso -

Mas que tecnologia, los celulares son tu perdicion! :P

Bexos
Ad

Demry -

jajajajajja. Cuántas cosas!!!!!
Abrazos!!!

manijeh -

JAJAJAJAJAJAJAJJA no manches, como me hiciste reír hoy!

MAQUIAVELICA -

HOLA CHICO PRIMERA VEZ EN TU BLOG¡¡ME HA GUSTADO LEERLO¡¡¡AQUI ANDARÈ¡¡
LLEGUE X MARIANITA
BESOS

angie -

Que platillos voladores ni que nada, señores, cityzen y sus celulares saltarines y los audifonos acuaticos...ja,ja,ja!

mil besos a media semana!