Ilusiones
Todo empezó como una curiosidad.
Y al paso de las semanas, aquello se convirtió en un pasatiempo que terminó siendo una terapia muy intensa.
Tendría yo unos 18 años, y si acaso algunos menos. Y la curiosidad mató al gato.
Empecé leyendo algunos textos de revistas, luego buscando y -en la medida de mis posibilidades- comprando libros.
Me apasionaba cada vez más, y mi sed de saber de ese tema no se saciaba.
Tenía teléfonos de personas relacionadas con el tema, cualquier cosa que dejara entrever mi entonces estéril afición, me ponía en otro planeta.
Por mucho tiempo fue un placer oculto, o como lo llaman en los blogs: placer culpable.
No porque me viera en el futuro tras las rejas, ni mucho menos. De hecho, nada que ver.
Sino que sentía que era algo muy mío, que formaba parte de mi mundo, y de mi universo personal.
Mostraba algunos destellos ocasionalmente. Si bien Lester ya se había percatado porque en diversas ocasiones me delataba con algunas huellas de artículos de su propiedad en mis manos, se mostraba medio excéptico. Pero cuando confirmó sus sospechas lo disfrutó tanto como yo (o bueno, no creo que tanto... digamos que lo disfrutó).
Luego vinieron algunas publicaciones especializadas y por supuesto no podía prescindir de ellas.
Calma, no pienses mal... Estoy hablando de cómo me introduje en el mundo de la magia y el ilusionismo. Así es, desde muy chavito tuve contacto con la magia. Tal vez porque veía a Lester haciendo sus truquitos y mi curiosidad me llevaba a hurgar en su maleta mágica. En alguna ocasión me explicaba cómo se hacía tal o cual truco. Hasta ahí. Yo, después, ya entrado en años y con la conciencia de lo que estaba haciendo, tomé por iniciativa propia el camino de la magia... Me apasionaba el tema. Tanto así que logré hacerme de unos 20 videos VHS (¡VHS! Imagínate de qué año estoy hablando) de cómo se hacen varios trucos. También, me hice de dos colecciones o series de libros de magia. Todos ellos muy disfrutables y reveladores. Actualmente, aunque ya no le entro tanto a eso, sigo hojeando de vez en vez mi caja mágica, ahí donde guardo secretos, ilusiones, sueños y algunos fragmentos de mi vida.
Ahí también, donde cuerdas y cartas se unen para hacerme soñar y disfrutar de que todo es posible. Pequeñas cajas y pelotas que aparecen y desaparecen o cambian de color, tal vez mostrándome que no siempre todo es como aparenta.
En esta búsqueda de magia, le he seguido de cerca la vida profesional de Copperfield, hasta que hubo un momento en que lo perdimos (creo que es y seguirá siendo bueno, pero... siento que ya estuvo bueno de estarse reciclando...).
Nunca me vi como un mago de juguete como el famoso Beto el Boticario, aquel hombre que en son de broma hacía trucos y al final acababa diciendo cómo se hacían, todo como parte de su estilo y comicidad. Pero tampoco me vi al 100% arriba de un escenario... pero de que lo soñé, lo soñé. Digamos que era y soy un mago casero...
Es curioso. A lo mejor lo mismo le pasa, por ejemplo a los arquitectos. Aun y cuando se cómo se hacen muchos trucos (edificios) , cada vez que veo una rutina mágica (una edificación impactante) me sigo maravillando y sigo soñando y disfrutando.
No se porqué nunca he compartido mi afición. A mis parejitas les comenté a grosso modo de esta onda, pero nunca más pasó de eso. Vamos, ni siquiera les contaba la historia un tanto más completa como lo estoy haciendo aquí.
Como sabrás, hay muchos tipos de magia. La de gran formato, como yo le digo, que es la de grandes aparatos, luz, humo y todo lo necesario para entretener... y la portátil, que es aquella que se realiza a pocos centímetros del espectador... A mi gusto, la última es de mayor impacto, porque no das oportunidad a generar más dudas o tantas dudas como la de gran formato... Es tan impactante hasta para el mismo mago. Pero también requiere de muchas horas de práctica. O disciplina, le llaman algunos.
Luego la famosa magia con cartas. También es delirante todo lo que se hace con ellas. Con algunas repeticiones muchos de los trucos con cartas se pueden llegar a dominar. Parte medular de la magia es tener buena memoria para repetir paso a paso los trucos... debo reconocer que en pocas veces me he brincado pasos... ha sido divertido, porque el resultado es mucho más inmediato... y la metida de pata también.
Cada vez que tomo en mis manos un mazo de cartas no puedo evitar comenzar a visualizar cómo se hace tal o cual truco, o repetir mentalmente algunos movimientos... y todo pasa, dejas a los demás pensativos porque te ven con cara de "¿Y este qué tanto manosea las cartas?", y quedo con un buen sabor de boca por recordar aquellas apariciones de uno de los magos más espectaculares que ha dado México, el mago Keops. Que parece ser que se fue a Estados Unidos y hace presentaciones en Las Vegas, y (¡Milagro!, las aguas se han abierto) hay algunos videos de él en Youtube.
Así es como al paso de los últimos 15 o 18 años he llenado mi vida de Ilusiones.
Te comparto una de Keops.
Porque soñar reconforta.
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Gaviota -