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Lo que no sabes...

Ya oigo "Pide al tiempo que vuelva"

> En varias ocasiones he mencionado que trabajé en gobierno.
Contrario a lo que se piensa –y tratando de no alimentar los mitos que hay alrededor de ello- trabajar en gobierno tiene ciertos bemoles que los mortales de la iniciativa privada nunca se detienen a pensar.
Uno de esos inconvenientes es la de tener que hacer la declaración patrimonial cada año. Más precisamente en el mes de mayo. Y como también ya comenté en este blog, la declaración patrimonial es más un acto de buena fe, que de realmente tener las cuentas claras de todos los bienes materiales.
Ah sí, y es realmente engorroso ponerse a hacer cuentas –aproximadas- de los ingresos, los gastos, las compras recientes, las deudas, etcétera…
Tengo un par de anécdotas que comprueban que la declaración es un tema de mera forma: en una ocasión “P”, que nunca sabía dónde estaba parado, al realizar su declaración patrimonial, por azares del destino declaró en ceros. Es decir, que en el año inmediato anterior “P” vivió de… quién sabe de qué. Y, ¿acaso crees que hubo algún señalamiento, o llamada de atención por ese error involuntario? Para nada. “P” siguió trabajando y ganando lo mismo hasta el día en que le dijeron gracias (unos días antes que a mí).
Otro caso viene de terceras personas. “T” tenía un amigo muy cercano en la Policía Federal Preventiva. Pues “T” se sentía más que realizado con las proezas y corruptelas de su cuatacho. Siempre que se veía con su amigo el poli, “T” se emocionaba al compartirnos de nueva cuenta esas historias y aventuras. En una ocasión “T” nos comentó de cómo los narcos (principalmente los menudistas, es decir aquellos que no abarcan las noticias pero que tienen igual o más poder que los jefazos) compraban a los polis. En el caso del amigo de “T” había sido de una forma muy sencilla: un conocido narcomenudista le había regalado senda, estorbosa y grandota camioneta, a cambio de que no lo agarraran. La reacción de “T” fue sorpresiva. Le inquirió a su amigo que entonces cómo le hacía cuando él, su amigo el poli y también funcionario público, tenía que hacer su declaración patrimonial. La respuesta de nuestro poli en ciernes fue muy concreta: “Pues no la declaro”.
Dentro de todas las pantomimas que hay al interior del trabajo en gobierno, la de la declaración patrimonial es una de ellas. No hay realmente elementos legales que afiancen la declaración, aunque sí se las arreglan para, en un momento dado, dar los jalones de orejas.
Bueno, pues después de todo ese contexto-lavadero te cuento una actualización.
Hace tres años que dejé de trabajar en gobierno. Antes de salir, como es de esperar, te esculcan por todos lados, y si el Padre Nuestro no firma una carta donde dice que no has matado, violado o robado al gobierno, entonces sí puedes agarrar tus chivas e irte feliz y contento.
Pues hace un par de semanas me llaman a la casa (¡a la casa! Cosa realmente extraña porque mis contactos siempre me localizan en el celular). Mi Santa Casta y Pura Madre contesta y me avisa que me llaman de la dependencia donde trabajé.
Tomo la llamada y bueno, el recibimiento no pudo ser más directo: una chica, muy atenta, se presenta con nombres y apellidos. Hablaba del área de Contraloría Interna. En ese momento empecé a hacer memoria: ¿Me robé algo? No. ¿No dejé alguna deuda? (monetaria o política, porque vaya que dejé historia) Pues No. ¿No desfalqué al gobierno foxista? ¡Ejm! No. ¿No dejé a alguna secretaria embarazada? Pues nada que ver… Entonces, ¿para qué me buscan?
La chica ésta me llamaba para citarme en su oficina para que fuera a explicarle porqué diablos presenté la última declaración patrimonial tarde. ¿Cómo? ¿O sea que tres años después vienen a preguntarme de algo que hice –o no hice- en tiempos y formas? ¡Y a poco creen que me voy a acordar!
Claro, no ha sido la única puntada de ese tipo.
A los pocos meses de dejar mi puesto, me llama uno de los subdirectores de área para preguntarme que en cual de las cajas de archivo muerto que mandamos a la bodega, estaba la carpeta tal por cual y los documentos sutanitos…Era más que obvio: no lo recordaba, porque todos los documentos y herramientas de comunicación que habíamos mandado a la bodega se habían guardado en cajas, y todo el teatrito consistió de unas 20 cajas. Así que por supuesto que no lo recordaba.
La amable chica que me llamaba para citarme, pedía algo parecido: dar una explicación al gobierno en turno de porqué no les dije qué tenía en aquel entonces. ¡Como si realmente les importara!
Al siguiente día acudí a la oficina de la mujer encargada de localizar a los ex funcionarios públicos descarriados. Me comentó que realmente es un trámite muy sencillo, con presentar una breve explicación de porqué hice lo que hice era más que suficiente.
“Entiendo que no te acuerdes. Pero los de la Secretaría de la Función Pública (la dependencia que se encarga de dar seguimiento al tema del quehacer de los funcionarios) me lo piden.”, y posteriormente me entregó un “citatorio”: en unos días tengo que volver a determinada hora a su oficina, donde estarán unos representantes de la Secretaría de la Función Pública, y tendré que hacer mi declaración (la escena me la imagino como aquellos juzgados de la Santa Inquisición).
La cosa, la verdad, es más lo que lo hacen de escándalo que lo que realmente es. Pero me queda muy claro que el gobierno (tanto el anterior, como el corriente) tiene un delay –retraso- de tres años.
Así que, bueno, a dar explicaciones del tiempo pasado….y ya oigo sonar aquella añeja canción de “Pide al tiempo que vuelva”...

1 comentario

Superhero!! -

Urggg...
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En un principio esos tramites me estresaban cañon.
Se me afiguraba que el mundo se iba a acabar y que termianria tras las rejas si cometía las mas minma falta.
Pero ya luego le tomé la medida al asunto...
El chiste es no llamar la atención de Hacienda y con un poco de suerte mis mentirotas pasan siempre desapercebidas.
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Un saludote compa.
Ya estamos a Viernes y... ES QUINCENA!!!! Yujuuú, cerveza, cerveza, y mas cerveza!!!!
ja ja ja