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Lo que no sabes...

Citizen: siempre presente en los ¿mejores? eventos

> Empezó el evento cultural "Cumbre Tajín", en Veracruz.
Ese evento que aglutina lo más tradicional de la zona de Veracruz, o lo más moderno del mundo, ha llamado mucho la atención.
Pero pocos se acuerdan de esa primera edición, hace ya unos diez años atrás.
En aquel entonces yo fui a ese primer evento del cual no sabía nada (de hecho creo que a muchos de prensa nos mandaron sin saber qué encontraríamos).
Recuerdo que la cita fue muy temprano, acaso antes de las 7 de la mañana en el Auditorio Nacional del Ditrito Federal. De ahí partiríamos a Poza Rica, lugar donde nos hospedaríamos, a poco más de dos horas de trayecto de Tajín, sede del evento.
El recorrido de 293 kilómetros desde el DF hasta Poza Rica, en camión, se hizo realmente incómodo sobre todo considerando que nadie nos dijo que no haríamos parada ni para comer.
Hacinados en un camión de asientos incómodos, desvelados y como si fuera el camino a un campo de concentración, donde nadie sabía nada ni informaba el más mínimo detalle, fue que nos encaminamos al destino.
En las primeras horas del recorrido más de uno o acaso todos decidimos recuperar horas de sueño. Cada uno a su estilo, unos hechos bolita, otras cara arriba con las bocas abiertas, el camión se hundía en ligeros susurros y breves ronquidos.
Según fue entrando el día, la tarde o el cansancio, nos íbamos despertando para, desconcertados, asomarnos por las ventanas y ver llanuras verdes, cielos nublados, y climas fríos en el camino.
Al cabo de muchas horas llegamos a Tajín.
Detenido a un lado de la carretera, del camión bajamos adormilados, cansados, amodorrados.
De un lado del camino teníamos un pastizal muy verde, inmenso, eterno.
Y del otro ya una montaña, ya una cerca, ya espesa vegetación.
Para nuestra sorpresa en el inmenso terreno que teníamos frente a nosotros se llevaría a cabo el evento cultural que tanto habían anunciado en los medios.
Nos llevaron a lo que sería la zona de prensa: edificaciones elaboradas con materiales prefabricados, con escasa luz, servicios poco menos de los necesarios y por la insistente lluvia de horas recientes, suficiente lodo para resbalarse y caer en algún charco.
Algunas primeras indicaciones: que si los horarios, que si los servicios, que si las comidas... Y vino el tema del hospedaje. Nos daban a elegir dos opciones: en la zona muy próxima del evento, en el terreno, se habilitarían casas de campaña para aquellos que quisieran estar muy cerca. U hospedaje en hotel, en Poza Rica, a unas dos horas de distancia con los "inconvenientes" que, decían, acarreaba: tener que trasladarse en los camiones rentados para ello con sus horarios específicos.
Como siempre he sido muy comodino, evalué la opción: estar a campo raso, con el clima lluvioso, con la dificultad del tema de los baños o el aseo... Opté por el hotel. Aquellos que querían sentirse en "el mundo marlboro" decidieron vivir en las casas de campaña.
Ese día, y a un par de fechas para que iniciara el evento, más de uno nos quedamos sorprendidos al ver el pastizal con gente trabajando: hombres trabajando en la instalación de locales, otro grupo haciendo lo propio para izar el largo palo donde se haría el baile de "los voladores de papantla", algunos más, con la presión del tiempo encima se apresuraban en arreglar el asunto de la luz, y otros el de las telecomunicaciones. ¿Realmente ahí sería el llamativo evento?
Pero bien dice mi Santa Casta y Pura Madre: cuando hay dinero las cosas se hacen rápido.
Para el día de la inauguración, lluvioso, nublado, con poca luz, el pastizal se había convertido en una zona que a todas luces era evidente que todo se desmotaba en un dos por tres.
En algunos locales un par de mujeres "enseñaban" cómo hacer tejidos tradicionales; en otro un hombre, cansado, aburrido, lamentándose su inversión, vendía hierbas y tés curativos.
De los eventos que tuvieron más aceptación recuerdo que fueron los masajes, específicamente el temazcal. Masaje tradicional mexicano donde semidesnudo te menten a una cueva diminuta, y mediante algunos cantos o ruidos, aromas te llevan a extremos relajantes. Un punto: para los claustrofóbicos no es recomendable. Ya adentro de esa cuevita, el centro hay unas piedras calientes y el chamán, maestro o masajista empieza a echar aceites aromáticos o infusiones. Resultado: es como un baño maría, o un sauna. Una chica, editora de otra revista del grupo editorial en que yo trabajaba, los cuatro o cinco días que estuvimos allá se la pasó adormilada, con los ojos entrecerrados y caminando como entre nubes. Sí, ella fue de las "temazcaleras", como algunos les decíamos a sus espaldas.
Realmente aquello, desolado, sin ánimo, sin atracción como tal, improvisado, no resultaba nada interesante. Los medios de radio o tv que tenían que reportar varias veces al día se quejaban de los horarios y la acústica, acaso pobres, de los "estudios" de radio.
Una reportera de una estacion de radio constantemente se quejó de que si no entraba a cabina a las 7 de la mañana ya después era imposible hacerlo. Su segunda denuncia: el limitado tiempo para usar las cabinas. "Nada más nos dan 5 minutos de aire para transmitir en vivo. Hoy me cortaron la señal a media transmisión". Es decir, aquello tenía todo (y realmente todo) para ser un fracaso.
Y, ¿cómo les estaba yendo a nuestros aventureros compañeros que optaron por habitar en las casas de campaña? Mmm... no muy bien. Ese terreno había sido comprado a un ganadero. El asunto está en que el trámite fue tan rápido que olvidaron un pequeño detalle: no fumigaron.
Supe de un reportero que por tres días trajo una herida en la mano porque se le trepó una garrapata.
Por supuesto que las quejas de la lluvia y el frío fue la constante. ¿Y los que nos quedamos en hotel? Bueno, todo de maravilla. El transportarse dos horas de ida y vuelta era lo de menos, considerando que el trato y las comodidades no eran las de un rey, pero no sufríamos de frío.
Las cartas fuertes de ese primer evento fueron: la presentación del grupo Deep Forest y un espectáculo multimediadancísticoartísticocultural en la zona arqueológica de Tajín. Ese espectáculo de cierre sería un hito en la historia del arte contemporáneo del mundo (¡seguro!).
De Deep Forest me quedó un muy agradable sabor de boca. La velada, esa noche, fue estupenda. Para ese entonces ya había hecho amistad con una reportera de aquellas tierras, así que sus risas estridentes, sonoras, y la calidez de su amiga siempre fueron una buena compañía.
Del evento de clausura recuerdo poco. Una mafufada de algún creativo mexicano que no supo cómo hacerlo. Hubo quejas por la orgnizacion del evento de clausura. Yo recuerdo el gran cielo azul, largo, inspirador, estrellado de la noche. Y los rechinidos de las tarimas de madera que días atrás se habían colapsado mientras hacían pruebas de resistencia. Nota que tanto los organizadores como el gobierno estatal se empeñaron en minimizar.
Recién visito la página de Cumbre Tajín 09 y la oferta de talleres es amplia. ¡Hay hasta taller de inglés!
Por eso es que por lo que veo en la publicidad ahora ya está más afianzado ese evento.
Espero que la organización, los eventos, instalaciones y horarios ya sean más correctos tanto para los asistentes como para la prensa.
Y claro, espero que las garrapatas hayan emigrado a otro terreno.
Pero sí, si alguien conoce los humildes orígenes de ese choteo es Citizen... que ya sabes que me meto donde no me llaman.

1 comentario

digler -

jaja vaya aventura,como para ver que no siempre todo tiempo pasado fue mejor