Servicios sacerdotales vía hotline
> Este mundo cada vez me sorprende más.
Y para no cambiar la historia, la nota la da el elenco de la iglesia católica.
Ya desde hace varios años se han dado casos -unos más escandalosos que otros, unos más morbosos que otros, y otros más masturbatorios que otros- de escándalos sexuales que involucran a ministros de la iglesia católica. Como si se tratara de un reality de El Vaticano, las historias han sido la comidilla de los herejes, y de pudor y vergüenza ajeno de los fieles.
También, hemos sabido de historias truculentas de abusos sexuales de representantes de la Iglesia. Y también, claro está, de historias de tórridos romances eróticos sexuales, alejados por mucho de Te Deums cristianos y de pretenciones pornográficas, sino con mero sentido lúdico y de exploración, entre seminaristas y rectores de seminarios.
En esas andábamos, cuando ayer se dio a conocer que un sacerdote de 27 años invertía el dinero de su iglesia y su tiempo libre en labores sexuales. Además, cuando no oficiaba misa y bautizaba niños, se anunciaba en periódicos locales ofreciendo servicios sexuales a domicilio. Muy al estilo de conocidísimo "AAAAA-- Aarón, moreno, varonil y complaciente" que se aunucia en todos los periódicos de México, el cura de nombre Samuel Martín, y ahora ex párroco de Noez y Totanés, en Toledo, España, gastó la friolera cantidad de 17,000 euros para sus gustos sexuales. "Quédate con el cambio, manito, para que te compres tus chuchulucos", pareciera ser la encomienda de los clientes del sexxxoservidor Samuel.
Ya fue cesado de sus funciones de ministro de la Iglesia. Y, ah caray, no le pidieron que dejara el hábito sacerdotal (más no el sexual) por sus costumbres, sino por el desfalco monetario que causó a las localidades toledanas.
Este muchacho, robusto, de barba de candado, posando con un boxer gris -metiendo la barriga-, cobraba entre 50 euros (por 15 minutos de servicio) y 120 euros (por hora). Pero eso sí, el capricho tenía límite: "Todo menos actos sadomasoquistas".
La imaginación de este hombre era, digámoslo mesuradamente, limitada. El anuncio que ha sido retirado de la internet, y con el que presentaba sus cartas credenciales, decía:
Héctor, hombre hetero español, al servicio de tu felicidad". "Para mujeres y parejas, bien dotado (15 cm),..., estoy abierto a todo excepto al sado, no os arrepentiréis, os haré gozar de felicidad como nunca.
Y no, no se rían.
Esa era una sola de sus personalidades. Sí, porque en eso del sexo no hay cosa mejor que tomar papeles, para hacer más excitante el asunto. Samuel Martín, también, se anunciaba como: Héctor, "la fiera del sexo"; David, "ardiente y cachondo"; y un hombre casado cuya esposa "está fuera".
Pero vamos, que la cosa no es tan grave.
Bien dijo María, vecina de la parroquia donde atendía Samuel Martín: "Al fin y al cabo, era humano". Pues sí, era humano. Partiendo de ese punto, no habría porqué admirarnos del Padre Anthony, de los Estados Unidos, quien confiesa y grita desde el púlpito: "Solo sé que hay un sacerdote travesti en el mundo y soy yo".
El caso del padre Samuel Martín pone de nueva cuenta el ojo en la cerradura: ¿ser sacedotes les obliga a renunciar a su vida como humanos, incluída la vida sexual? El celibato sacerdotal es un Código del Derecho Canónico, "El celibato sacerdotal es un don de Dios", dice la Iglesia Católica. Así, en el primer concilio Laterano, en 1123, se reglamentó que el candidato a las órdenes sacerdotales debe abstenerse de mujer. En el documento linkeado arriba, se declara: En la Iglesia Católica nadie está obligado a ser célibe, porque nadie está obligado a ser sacerdote.
En 1993, cuando comenzaron a salir los escándalos de pederastia de curas católicos, Juan Pablo II dijo, contundente:
El celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo.
Y parece que Samuel Martín entendió muy bien la lección, al prostituírse.
Foto: Samuel Martín, masajista profesional, y sacerdote amateur.
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